
En estos pasillos de concreto
He de encontrar a mi amada,
Que yace inerte en penumbras
Después de acallar el alma.
Un día de otoño
Sintió que el desencanto la acosaba
Y al sentirse prisionera de ansias
Quiso volar sin tener alas.
Tras lapsos de dolor
Llego la hora de olvidar el llanto.
El rito ha de comenzar en una noche sin luna,
Con estrellas enlutadas en quebranto.
La daga ha se ha desplazado por brazos blancos y desnudos,
Y tras posarse sobre el lecho
Se ha ungido en sangre palpitante.
Ni un gesto lleno su rostro,
Solo una paz desgarradora
Al dejar este frió infierno
Rumbo a un sueño infinito.
Adiós princesa de otoño
Sueña en paz