Te deslizas silenciosa y grácil
como flotando sobre la brisa.
Te acercas sonriente,
pero no siento tu calor mágico
y un escalofrió recorre mi cuerpo.
Solo puedo mirar la luna,
que inocente ilumina el camino
que han de seguir tus manos.
En esta fría noche de verano
que con la fragilidad de una mariposa,
has abierto mi pecho
para recordarme que soy humano,
que los sueños son intensos, breves
y eternamente dolorosos
martes, marzo 28, 2006
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